6 de junio de 2014

Te anhelé sin saber de vos

Tu simpleza y autenticidad, tan clásica y original a la vez, me inquietan, en un buen sentido. Me gusta mucho como sos. Tu sencillez en lo humilde y dulzura en la madurez. No soy perfecta pero es lindo que lo veas así de todas formas. Como yo lo veo en vos… Me incomoda ver como alguien me está atrayendo así, porque, muchas de tus formas de ser, son las que esperé o anhelo en alguien, y nunca encontraba a nadie así.

Todo lo es

Nace, crece, muere, nace  otra vez.
Resucita cada día.
Sos vos, es él, ella y lo soy yo.
Lo es todo, todo lo es. ¿Qué es?
En cada lugar, cada esquina, cada cosa.
Porque todo es creación, 
y no hay ninguna  creación que no tenga al menos una pizca de éste.
Es el amor...
¿Quién le puso ese nombre?
¿Lo habrá experimentado o lo habrá visto nacer en otros, siendo así capaz de estudiarlo?
¿Pudo haber sido este nombrado de tal forma a través de un consenso colectivo?
No podemos saber mucho de éste, es intagible, invisible  e imperceptible en el tiempo.

Es para mí

Le digo: ''Sos para mí''. Todavía no me animo a decirle otra cosa. Mi timidez sentimental llega hasta ahí, o se frena, no sé qué pasa. Si le dijera: ''Sos mía'' quizás la confundo, o yo me confundo. No quiero que pierda la libertad que lleva consigo, no quiero presionarla, ni que sienta que la quiero poseer. Eso suena devastador y destructivo; la posesión de alguien.
Lo que ansío es que permanezca constantemente libre, se sienta así y yo la vea así. Que siga siendo quien es, no cambie y se exprese dulcemente como suele hacerlo.
No la quiero poseer. Bueno, sí pero no para hacerle daño alguno, sino para darle todo el bien que quiero darle desde que la conozco y me gusta así de mucho, y sea sólo yo quien la provea de mi amor.
Tengo claro que no es mía tampoco. Ella dice que sí, que quiere serlo y que lo es, y que yo lo soy de ella. Me paraliza de forma positiva que piense eso, aunque formalmente no seamos eso aún. 
No duda, es directa sincera. Tan cercana a mí, tan lejana.
Sospecho que no sabe que cuando hablamos la siento en mi cuerpo. En mi pecho, en mi piel, en el frío de mis manos la siento, en mi sonrisa. Probablemente alguien que me mire a los ojos, la encontraría fácilmente a ella, sin yo haberle hablado de quien es y de que existe.
Eso me asusta. No tolero la idea de que la descubran, que la encuentren en mis ojos, ni en ningún otro lugar. Menos si la ven caminando por mí corazón, cantando en mi voz, o hablando a través de mi lápiz. No me perdonaría en esta vida el hecho de perderla sin antes haberle dicho que es mía porque para nadie más es... Sino que es para mí.

19 de mayo de 2014

Diversidad disgregadora

Confío fielmente en que todos somos lo que somos por alguna razón, y esta es tácita; no significa que deje de ser válida, sino todo lo contrario. Nacemos, crecemos y nos desarrollamos generalmente en función de un modelo o imagen a seguir. Me refiero específicamente a las sociedades modernas, que se caracterizan por promover la diversidad, pero a su vez rechazarla.
  Somos conscientes de que nuestras decisiones, al menos a partir de la adolescencia, van teniendo su tinte independiente frente a lo que sentimos, pensamos, decimos, elegimos o hacemos. Pero, ¿Son genuinas aquellas ideas y acciones humanas, ya sean sociales o no, que surgen de nuestro ser? ¿Nuestra libertad comienza a ser absoluta en el modo de vivir y relacionarnos? ¿O es sólo una vaga ilusión de lo que creemos que somos capaces, cuando probablemente estemos inevitable y absurdamente condicionados por los conceptos que los demás formulen sobre nosotros?
  Es triste admitir que las sociedades se han cargado cada vez más de no sólo erróneos, innecesarios, deshumanizantes, destructivos, sino también potencialmente disgregadores de la comunidad social. Expuesta esta realidad, me sigo cuestionando si habrá algún retorno o cambio positivo en la forma que todos tenemos de pensar. Empleamos nuestra libertad al hablar de quienes no conocemos o de lo que desconocemos, pero esta deja de ser precisa, justa, verdadera al crear prejuicios de lo ajeno.
 Entonces, ¿algún día se entenderá la diversidad como progreso de la humanidad o tan sólo será una forma de separar todo tipo de relación y lazo existente entre las personas?

28 de agosto de 2013

Quietud

Sin descalzarse, dejó caer su cuerpo entero sobre el colchón, con delicadeza y resignación. Su cabeza se posaba sobre su propio brazo izquierdo. Se dedicaba estrictamente a observar el inmóvil muro blanco que separaba, en el segundo piso, el pasillo, de su habitación. Desconocía la razón por  la cual ella permanecía de tal forma,  no había obligaciones todavía en aquella media tarde. Probablemente tenía diversidad de tareas por  cumplir, parecía mejor  evadirlas y olvidar las responsabilidades. Aún no era  tiempo para nada, conservaba minutos para meditar en silencio, sin otros agobiándole. Bastaba con el silencio abrazador del cielo, que tornaba su tinte celeste al anaranjado de cada atardecer. Los perros, aves y el tren decidieron no hablar. Ni el viento atravesaba las ventanas, ni una sola brisa. Las maderas de la casa no rechinaban, tampoco las cañerías daban presencia, tan sólo había quietud, y ella sentía desvanecerse en sí misma.

26 de abril de 2013

Autoridad carismática: cómo actúan las personas

Pocas veces el comportamiento humano no se ve influenciado por otro factor externo. Suele haber, en su mayoría, un ser dominante o un guía. Puede denomirarse ''autoridad carismática'', como también Max Weber -sociólogo, filósofo, político y economista- adhiere en su descripta teoría sobre la tipología de la autoridad. Él expresa que los líderes tienen determinada capacidad, a parte de características personales para que los subordinados acepten sus órdenes y a demás que se identifiquen con su persona. Yo aplico este tipo de autoridad, por ejemplo, al aula escolar, no sólo en el ámbito laboral como lo hace Weber.

La conducta de un grupo de personas casi sin conciencia, sigue e imita determinadas acciones que les son impuestas directa o indirectamente por el líder.

En este caso, yo observaba cómo los alumnos prestan su exclusiva atención a algunos profesores, no a todos, y por un tiempo preciso. Por eso es que influye su capacidad de dominación frente a la clase. Debo resaltar algo lógico, gracias a nuestra libertad, podemos en todo momento elegir cómo actuar, qué hacer o qué decir, por más que en el colegio nuestra libertad se vuelva aún más responsable. Pero, mientras haya un ser gobernante nos vemos casi humanamente obligados a actuar del mismo modo que este ordene o muestre como correcto.

El líder y el mismo grupo nos influencia casi sin darnos cuenta, somos seres domesticados. Basta que una sola persona hable, para que comience el bullicio, que uno ría para que todos lancen carcajadas, que uno calle, para que el silencio nazca. Basta que uno escriba, para que otros reflexionen.


25 de abril de 2013

Ocultas observaciones en clase

Otro día de sueño sofocaba mi escasa capacidad de comprensión frente a la clase de Matemática. Habíamos iniciado la segunda unidad del año en la materia, donde tanto mis compañeros como yo, nos mirábamos mordiéndonos el labio inferior como signo de frustración.

Mi estado anímico tampoco colaboraba mucho a convivir con aquella estresante situación. Me limitaba a escribir algo literario que surgiera espontáneamente, y de vez en cuando volteaba mi cabeza para verificar que todo el curso siguiera haciendo lo mismo que cada día. Parecía que hablar era su hobbie, aún siendo las ocho y treinta y cinco de la mañana.

En cambio, yo, emprendía un viaje de palabras reflejadas en una pálida hoja de carpeta. Claramente había echado a un lado el papel cuadriculado lleno de nuevas fórmulas, íntegramente incomprensibles para mi persona.

Los muchachos, en su mayoría situados en la parte trasera central del aula, reían con humor y ganas, luego de una seguidilla interminable de chistes o comentarios jocosos. Mi banco estaba ubicado contra la pared izquierda, llena de ventanas al pasillo. Nuestra aula se hacía llamar ''La pecera''. Del lado opuesto, por la derecha, intercambiaban noticias del día y un par de bromas un grupo de chicas.

Hoy se ausentó Adima Hatson, mi compañera de banco, y creo que eso dificulta más este rutinario y cansador plano. Quisiera transladarme telepáticamente a mi casa, tener un segundo desayuno no apresurado y recostarme en mi viejo colchón.

La clase terminó. Es decir, el muy amable, experimentado y comprensivo profesor declaró que no copiaría más fórmulas matemáticas al verde pizarrón. Mis compañeros se pararon y movieron de lugar para seguir intercambiando comentarios hasta que se acerque el esperado recreo, o formalmente llamado, 'diez minutos de dispersión'.

Un amigo del fondo de mi fila, Andrew, se ubicó en la anterior vacía silla de mi copiloto de escuela. Me miró sospechosamente con una sonrisita pícara y me cuestionó sobre qué hacía yo (refiriéndose al lápiz sostenido por mi mano junto a una hoja, y lo más ilógico, en tiempo libre) A lo que contesté: ''Escribo''. Él hizo un gesto de extrañamiento por mi respuesta pero a ello, agregó en palabras: ''Bueno, no te corto la inspiración''
Creo que la supuesta inspiración se cortó sola, había ya ocupado dos carillas enteras cuando casi sonaba la campana para deshabitar el aula.

15 de abril de 2013

Arde

Suave brisa, manso viento,
recorre las curvas de mi ser.
Imaginaria música, salta adentro.
Me da frío, pasa el tren.

Calma noche, perro ladra.
Yo en mi alcoba, sin un alma.
Perro ladra, ¿quién le habla?
Caseros sonidos, y lavanda.

Naranja en jugo, digerir.
Ansío serle fiel, mi Salvador.
Comprenda ya, quiero sonreír,
despójeme de tal dolor.

Vieja brisa, desaparece.
Lejano viento, ya pasó.
Le confieso, me aborrece,
tener que decir adiós.